Entonces, qué es lo que me causaría miedo?
Una serie de imágenes de lo más forzadas fluyen simultáneamente en mi cabeza
Puro veneno mental
No lo puedo detener, ya empezó y se va haciendo cada vez más grande y peor
Dependiendo de hasta donde llegue mi imaginación
La sensación se hace cada vez más intensa y real
El mundo no puede saber esto que vi, no puede saber lo que me afectaría
Y me trago el veneno
Siento como va bajando
Quemando mi tráquea
Desintegrando mis entrañas
¿Cómo una proyección, un simulacro puede hacerme sentir esto?
El mundo con toda su oscuridad se cierne sobre mí
Me apuntan con el dedo
Quiero salir corriendo
Esconderme y llorar hasta no tener más lágrimas
Y no volver nunca más
Y entonces lo descubro
Miedo a tener miedo
Miedo a pensar
Y si…?
Mi papá me dijo una vez que la felicidad pura no existía por un simple motivo: si estás infeliz y de pronto conseguís alcanzar la felicidad conscientemente, el miedo a perderla te volvería a hacer en cierta medida infeliz.
Alguna vez ya había llegado yo a esa conclusión, pero sólo ahora, reflexionando un poco más, entendí que el origen de que muchas veces me boicotee o no logre experimentar al máximo de mis felicidades es por miedo.
Es una combinación mortal entre ser demasiado maquinadora, previsora, cautelosa, escéptica y no confiar en mi –no tener, en realidad- autocontrol sobre mi personalidad.
Entonces la cosa se desarrollaría así: de repente se da un evento que me trae felicidad; lo disfruto lo suficiente como para darme cuenta de la felicidad que me está brindando, y entonces pienso en las más posibles cosas que podrían provocar que eso termine de pasarme (justamente, para evitarlas); entonces, pienso en como debería actuar en esas situaciones; y después hago un análisis de mi persona para ver si realmente sería capaz de reaccionar así (tratando de ser lo menos ciega e ingenua posible), recurriendo, de ser posible, a experiencias pasadas.
Bueno, la verdad es que me ha pasado ya que pensé “Uh, la re cagué, pero la próxima ya se cómo funciona todo y qué hacer, y no me va pasar de nuevo”, pero cuando me volvía a encontrar en la misma situación y conscientemente trataba de implementar mi resolución, veía que yo seguía siendo la misma persona emocional que en aquellas ocasiones pasadas y que no podía modificar demasiado mis reacciones. El resultado: pánico, odio, culpa, amargura, tristeza, inseguridad, inestabilidad…
Ustedes dirán “Pero flaca, no pensés en esas cosas al pedo desde un principio…” pero la realidad es que, si aún considerándolas como posibles y habiéndolas analizado y digerido no confío en poder reaccionar objetivamente, pensar en la posibilidad de que me agarren de improvisto…
La verdad, es que me tengo miedo a mí misma. Y no poder actuar como creo yo que es lo indicado.
Estaba una noche acostada en mi cama en posición fetal, mirando el cielo por mi ventanal, de color negro con estrellas y la palmera que tapaba la luna llena. Eran vacaciones, ya casi terminando, y había tenido mucho tiempo para hacer cosas que no había hecho, a pesar de tenerlas absolutamente en todo momento en mi mente. Y esa noche no era distinta; para variar, me fui a acostar porque lo más productivo que podía concebir, después de hacer mis obligaciones, era dormir. Pero a medida que pasaban los días, la desesperación iba creciendo en mi corazón. Y esa noche en particular, la inercia me lleno de pánico. Me puse a pensar en la idea de seguir como venía, hasta los límites de sus consecuencias. Que todo pudiera salir de la peor manera. Y que, lo peor de todo, me lo mereciera. Que aún así yo siguiera siendo igual, que no hubiera nadie o ninguna forma de ayudarme, y que aún así yo siguiera siendo igual, que perdiera todo lo que tenía en el mundo, y que aún así yo siguiera siendo igual, que por ya no tener nada para exigirme me castigaran, y que aún así yo siguiera siendo igual.
Quedarme total y completamente sola y sin nada, así como estaba, en posición fetal y rodeada del color negro de la inexistencia.
Me tapé hasta la cabeza y me puse a llorar.
Más miedo que lo que me pudieran hacer o sacar me daba pensar en no ser nada ni nadie. Y así se me vino con el negro todo el peso encima de saber que era yo la que estaba extirpando toda mi potencialidad. Y pensar en la posibilidad de que aún así, yo siguiera siendo igual.Uff, me puso los pelos de punta solo escribirlo.
De yapa, una infaltable de Neruda:
Tengo miedo
Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.
Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella).
Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!
Se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la tierra es una fruta negra que el cielo muerde.
Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.
Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.
Al fin y al cabo, parece que realmente la ignorancia es la felicidad, jajaj.
ResponderBorrarEstoy bastante de acuerdo, tomar verdadera conciencia de la propia felicidad puede jugarle a uno en contra, puede atraer ciertos temores, preocupaciones, incertidumbres. El tema está en si uno deja que lo consuman o no.
Que se yo, por ahi muchas veces si uno es infeliz se siente con la capacidad de tomar la iniciativa para cambiarlo. Cuando sos feliz, es mas complicado tratar de preveer que va a pasar.
Aunque no está de mas tratar de hacer las cosas bien y ser previsor, también hay que aprovechar el momento. Un equilibrio. Carpe diem.
Meluuuu!! q pasó linda??? mirá "liki"..una vez leí una frase que me perforó la cabeza, leela con detenimientO.."LA FELICIDAD COMPENSA CON ALTURA LO QUE LE FALTA DE LONGITUD.." [George Sand]
ResponderBorraresos pequeños momentos (digo pequeños porque creo que la mayoría del tiempo estamos intentando, aprendiendo, fracasando otra vez...) valen la pena xq nos dan un impulso para ver todo más positivo y hacer las cosas con toda la garra..si bien no los tenemos todos los días..el poquito tiempo que lo vivimos..ese minúsculo incentivo super mega poderoso que nos hace sonreír..que nos nutre el corazón...es mil veces más valioso. Te mando un beso. Algo q no sabías de mí..colecciono frases piolas en la capocha :P