sábado, 14 de agosto de 2010

El perfeccionismo vs. las equivocaciones

Las personas siempre tratamos y celebramos cuando las cosas salen bien de primera mano, cuando conseguimos logros inmaculados, cuando se actúa rápida y eficientemente.

Con el progreso y el desarrollo de nuestra sociedad, aumenta esa necesidad de velocidad y eficacia -como bien sabemos todos-, y a la vez también se potencia la frustración cuando no se cumplen las expectativas. El promedio de conocimientos básicos sobre la vida esperados de una persona son cada vez más, cada vez más es la capacidad exigida. Los medios de comunicación también hacen su parte; estamos siempre al corriente de las proezas de los demás, que pueden llegar a ridiculizar las pequeñas conquistas personales.

Muchas veces, esto provoca que uno –con el muy conocido miedo al fracaso- se boicoteé personalmente a “no tratar” de esforzarse en conseguir algo que quiere por miedo a descubrir que tal vez no era tan capaz como creía. ¿Cómo puede ser que prefiramos vivir para siempre sin haber dado nuestro máximo potencial pero pensando que “si hubiéramos querido, lo hubiéramos logrado”, antes que aceptando nuestras limitaciones y haber conseguido, en el peor de los casos, la experiencia? Definitivamente, tener un poco es mejor que no tener nada…

Reflexionando un poco sobre este tema me di cuenta de que, habiéndome equivocado al tratar de hacer algo, terminaba teniendo un mejor dominio de la cuestión. Si me salía algo bien de primera, y no conocía los “peligros” que había afrontado para conseguirlo, probablemente no me iba a salir tan bien si tuviera que repetirlo. No sabría qué cosas de seguro no tengo que hacer, con lo cual tampoco sabría qué cosas si puedo probar de hacer. En definitiva, si quiero seguir siendo efectiva, haría lo mismo a rajatabla una y otra vez. Y de esta forma, no se descubren cosas nuevas.

Toda mi vida tuve –y sigo teniendo- la mentalidad de zafar y hacer las cosas rápido. Eso es una CAGADA. Lo que hice bien –ya sea mas o menos bien o muy bien- rápido, me lo olvidé también rápido. Pero cuando me equivoqué y tuve que hacer todo de nuevo, lo hice todavía mejor y me quedó mejor fijado. Como todo siempre tiene que ser a las apuradas –uno mismo quiere hacer las cosas a las apuradas, porque también quiere en seguida tener los beneficios que significan-, con las cosas importantes, uno va a tener que decidir si hacerlas lento -y aceptar las consecuencias que esto significa, dejar de lado otras cosas- o seguir haciéndolas rápido y reconocer desde el vamos la posibilidad de tener que hacerlas una segunda vez.

Hay que tener en cuenta que la forma en que llegaste a hacer las cosas después se olvida, lo que queda asentado es lo que conseguiste. Y si lo que conseguiste parece poco a los ojos de la sociedad no importa, decir “fue lo que pude conseguir poniendo todo mi esfuerzo” debería reconfortar, y lo mortificante debería ser decir “bueno, pude haber dado y obtenido más pero no quise”, y NO AL REVÉS.

Todos tenemos nuestros tiempos, y en cuestiones generales de la vida, el ser lento o rápido, hacer antes o después, no es mejor ni peor. El camino es lo que importa y no el final. Hacer las cosas honestamente y dando lo más que podemos, o por lo menos, mucho de lo que podemos; nada de la porquería de “el fin justifica los medios”, eso hace que nos centremos demasiado en la meta y ahí es cuando surgen todos estos problemas porque lo que conseguimos no era lo que teníamos en mente desde un principio.

Las cosas hay que hacerlas por el placer que trae hacerlas, no por el placer que brinda lo que sea que obtenemos después de haberlas hecho. Cuando se trata de lo que uno elige para el resto de su vida: estudiar nos tiene que gustar por los conocimientos que ganamos, no por poder tener un 10 en una libreta; trabajar nos tiene que gustar todos los días, no cuando nos llega el cheque; incluso con la persona que uno elige estar, en los momentos de adversidad tiene que recordar porqué eligió a esa persona en un principio y tratar de conciliar las diferencias, no ponerse duro y renegar o abandonar en seguida a lo pañuelo descartable. Tendríamos que acostumbrarnos a cambiar y adaptarnos a las nuevas situaciones, y no cambiar las situaciones a medida que nosotros cambiamos (ya que muchas veces no vamos a poder modificar nuestra realidad).

Es como que queremos tener la chancha y los veinte; uno tiene que decidir si quiere hacer las cosas bien, o y si las quiere hacer rápido, y bancarse las consecuencias de lo que uno decidió, como con todo.


Algunas frases célebres, para recordar:

• Por la ignorancia nos equivocamos, y por las equivocaciones aprendemos.
Proverbio italiano

• Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones.
Oscar Wilde

• Quien piensa a lo grande tiene que equivocarse a lo grande.
Martin Heidegger

• Si no te equivocas de vez en cuando, quiere decir que no estás aprovechando todas las oportunidades.
Woody Allen

• La gloria no estriba en no fracasar nunca sino en levantarse cada vez que caigas.
Proverbio chino

• No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos.
Orison S. Marden.

• Puede sentirse frustrado si fracasa, pero se sentirá inútil si no intenta.
Beverly Sills

• Vale más fracasar por obtener un triunfo, que dejar de triunfar por temor a fracasar.
Autor desconocido

• El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.
Winston Churchill

• El fracaso fortifica a los fuertes.
Antoine de Saint-Exupéry

• Los que renuncian son más numerosos que los que fracasan.
Henry Ford

• Quien tropieza y no cae avanza dos pasos.
Autor desconocido


Y si son perfeccionistas como yo, les recomiendo que lean esto: http://www.crecimiento-y-bienestar-emocional.com/autoestima-perfeccionismo.html, puede ayudar a mantener las cosas en perspectiva.

1 comentario:

  1. Neush15/8/10

    Te faltaron un par de frases que son muy buenas:

    · "Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender." Charles Dickens

    · "Un fracasado es un hombre que ha cometido un error pero no es capaz de convertirlo en experiencia." Elbert Hubbard

    Y si, estoy totalmente de acuerdo, no tengo mucho por añadir. El camino siempre va a tener piedras. Lo ideal es tropezarse con ellas para darse cuenta de que están ahi y luego correrlas del camino.

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