Desvaríos trasnocheros sin nombre I

Cuando me distiendo y mis pies se desprenden del suelo estoy más lejos de mi casa que del cielo;
El sol y las estrellas son cosa familiar y la ciudad es lo difícil de aceptar;
Porque que a la noche la sigue el día no hay nada que me de más seguridad.
Con el ritmo de este baile es mejor acostumbrarse a la soledad;
El peligro de frenar o tropezar no lo corro si mi medio es volar.

¿Y qué si no tengo los pies en la tierra?
Ya les gustaría como yo controlar la gravedad,
tan nefasta, que te arrastra hacia el centro sin piedad,
-y somos todos un masacote de ansiedad-
más te absorbe, más te oprime, te suprime libertad.

Bueno, yo de acá prefiero despegar;
Que la angustia no invada mi mirar;
Que el miedo no dirija mi pensar;
Volveré cuando la locura ya no reine este lugar.