jueves, 2 de diciembre de 2010

Técnicas fundamentales para tratar con el prójimo

Este es un capítulo del libro escrito por Dale Carnegie titulado “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”; es de difusión libre (se lo pueden bajar de Internet). Son cuatro partes y acá yo hice una síntesis de la primera. Espero que les guste y les resulte provechoso.

~1~
Si quieres recoger miel, no des puntapiés a la colmena

● John Wanamaker, fundador de las tiendas que llevan su nombre, confesó una vez: “Hace treinta años he aprendido que es una tontería regañar a los demás. Bastante tengo con vencer mis propias limitaciones sin irritarme por el hecho de que Dios no ha creído conveniente distribuir por igual el don de la inteligencia”.

● La crítica es inútil porque pone a la otra persona en la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el orgullo, tan precioso de la persona, hiere su sentido de la importancia y despierta su resentimiento.

● El mundialmente famoso psicólogo B. F. Skinner comprobó, mediante experimentación con animales, que premiando la buena conducta los animales aprenden más rápido y retienen con más eficacia que castigando la mala conducta. Estudios posteriores probaron lo mismo aplicado a los seres humanos. Por medio de la crítica nunca provocamos cambios duraderos, y con frecuencia creamos resentimiento.

● Hans Selye, otro gran psicólogo, dijo: “Tanto como anhelamos la aprobación, tememos la condena”. El resentimiento que engendra la crítica puede desmoralizar empleados, miembros de la familia y amigos, y aun así no corrige la situación que se ha criticado.

● Comprendamos que las críticas son como palomas mensajeras. Siempre vuelven al nido. Comprendamos que la persona a quien queremos corregir y censurar tratará de justificarse probablemente, de censurarnos a su vez.

● Y cuando la Sra. de Lincoln y otras personas hablaban duramente de la gente del sur de los Estados Unidos, Lincoln respondía: “No los censuréis; son tal como seríamos nosotros en circunstancias similares”.

● ¿Conoce usted a alguien a quien desearía modifi car, y regular, y mejorar? ¡Bien! Espléndido. Yo estoy en su favor. Pero, ¿por qué no empezar por usted mismo? Desde un punto de vista puramente egoísta, eso es mucho más provechoso que tratar de mejorar a los demás. Sí, y mucho menos peligroso. “No te quejes de la nieve en el techo del vecino -sentenció Confucio- cuando también cubre el umbral de tu casa.”

● Cuando tratamos con la gente debemos recordar que no tratamos con criaturas lógicas. Tratamos con criaturas emotivas, criaturas erizadas de prejuicios e impulsadas por el orgullo y la vanidad.

● Benjamin Franklin, carente de tacto en su juventud, llegó a ser tan diplomático, tan diestro para tratar con la gente, que se lo nombró embajador norteamericano en Francia. ¿El secreto de su éxito? “No hablaré mal de hombre alguno -dijo- y de todos diré todo lo bueno que sepa.”

● Cualquier tonto puede criticar, censurar y quejarse, y casi todos los tontos lo hacen. Pero se necesita carácter y dominio de sí mismo para ser comprensivo y capaz de perdonar. “Un gran hombre -aseguró Carlyle- demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños.”

● En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla. Tratemos de imaginarnos por qué hacen lo que hacen. Eso es mucho más provechoso y más interesante que la crítica; y de ello surge la simpatía, la tolerancia y la bondad. “Saberlo todo es perdonarlo todo.”

 
~2~
El gran secreto para tratar con la gente

● Sólo hay un medio para conseguir que alguien haga algo. Y es el de hacer que el prójimo quiera hacerlo. La única manera de conseguir que usted haga algo es darle lo que usted quiere.

● Lincoln empezó una vez una carta con estas palabras: “A todo el mundo le agrada un elogio”. William James dijo: “El principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado”.

● Si usted me dice cómo satisface sus deseos de ser importante, le diré qué es usted. Eso es lo que determina su carácter. Es la cosa más significativa que hay en usted.

● “Considero -dijo Schwab- que el mayor bien que poseo es mi capacidad para despertar entusiasmo entre los hombres, y que la forma de desarrollar lo mejor que hay en el hombre es por medio del aprecio y el aliento. Nada hay que mate tanto las ambiciones de una persona como las críticas de sus superiores. Yo jamás critico a nadie. Creo que se debe dar a una persona un incentivo para que trabaje. Por eso siempre estoy deseoso de ensalzar, pero soy remiso para encontrar defectos. Si algo me gusta, soy caluroso en mi aprobación y generoso en mis elogios.” Esto es lo que hacía Schwab. Pero, ¿qué hace la persona común? Precisamente lo contrario. Si alguna cosa no le gusta, arma un escándalo; si le gusta, no dice nada.

● Hace unos años se hizo un estudio sociológico entre esposas que habían abandonado sus hogares, ¿y cuál creen que fue la razón principal que dieron para haber tomado su decisión? “Falta de aprecio.” Si se hiciera un estudio similar entre maridos que han huído de sus casas, creo que se llegaría a la misma conclusión. Con frecuencia damos tan por sentada la presencia de nuestro cónyuge, que nunca le manifestamos nuestro aprecio.

● Alimentamos los cuerpos de nuestros hijos y amigos y empleados; pero muy raras veces alimentamos su propia estima. Les damos carne y papas para que tengan energía; pero descuidamos darles amables palabras de aprecio que cantarían durante años en su recuerdo.

● Es claro que la adulación no da resultados con la gente que discierne. Es algo hueco, egoísta y poco sincero. Su empleo debe conducir al fracaso, y así ocurre generalmente. La diferencia entre la apreciación y la adulación es muy sencilla. Una es sincera y la otra no. Una procede del corazón; la otra sale de la boca. Una es altruista; la otra egoísta. Una despierta la admiración universal; la otra es universalmente condenada. “No temas a los enemigos que te atacan. Teme a los amigos que te adulan”. Adular es decir a la otra persona lo que se piensa de uno mismo.

● La próxima vez que usted disfrute de una buena cena en su club, mándele sus felicitaciones al chef, y cuando un vendedor fatigado le muestre una cortesía inusual, no deje de agradecerla. Trate de dejar un rastro de pequeñas chispas de gratitud en sus jornadas. Le sorprenderá ver cómo encienden pequeñas llamas de amistad que vuelven a brillar en su próxima visita.

● Herir a la gente no sólo no la cambia, sino que es una tarea que nadie nos agradecerá. Dejemos de pensar en nuestras realizaciones y nuestras necesidades. Tratemos de pensar en las buenas cualidades de la otra persona. Olvidemos entonces la adulación. Demos prueba de una apreciación honrada, sincera, de esas cualidades. Seamos “calurosos en la aprobación y generosos en el elogio”, y la gente acogerá con cariño nuestras palabras y las atesorará y las repetirá toda una vida, años después de haberlas olvidado nosotros.


~3~
“Quien puede hacer esto tiene al mundo entero consigo; quien no puede, marcha solo por el camino”

● ¿Por qué hablar de lo que necesitamos o deseamos? Eso es infantil. Absurdo. Claro está que a usted le interesa lo que necesita o desea. Eso le interesa eternamente. Pero a nadie más le interesa. Los demás son como usted o como yo: les interesa lo que ellos desean o necesitan. De modo que el único medio de que disponemos para influir sobre el prójimo es hablar acerca de lo que él quiere, y demostrarle cómo conseguirlo.

● El profesor Henry A. Overstreet, en su ilustrativo libro Influenciando el comportamiento humano dice: “La acción surge de lo que deseamos fundamentalmente... y el mejor consejo que puede darse a los que pretenden ser persuasivos, ya sea en los negocios, en el hogar, en la escuela o en la política es éste: primero, despertar en la otra persona un franco deseo. Quien puede hacerlo tiene al mundo entero consigo. Quien no puede, marcha solo por el camino”.

● Mañana querrá usted persuadir a alguien de que haga algo. Antes de hablar, haga una pausa y pregúntese: “¿Cómo puedo lograr que quiera hacerlo?”. Esa pregunta impedirá que nos lancemos impetuosamente a hablar inútilmente de todos nuestros deseos.

● “Si hay un secreto del éxito -dijo Henry Ford- reside en la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto de vista así como del propio.”

● Y si un vendedor puede demostrarnos que sus servicios o sus productos nos ayudarán a resolver nuestros problemas, no tendrá que esforzarse por vendernos nada. Ya lo compraremos nosotros. Y un cliente desea creer que él es quien compra, no que hay quien le vende.

● El mundo está lleno de personas egoístas, aprovechadoras. De manera que los pocos individuos que sin egoísmo tratan de servir a los demás tienen enormes ventajas. No hay competencia contra ellos. Owen D. Young dijo: “El hombre que se puede poner en el lugar de los demás, que puede comprender el funcionamiento de la mente ajena, no tiene por qué preocuparse por el futuro”.

● Ver desde el punto de vista de la otra persona, y despertar en esa persona un deseo ferviente de algo, no debe confundirse con manipular a esa persona de modo que haga algo en detrimento de sus propios intereses. Ambos partidos deben salir ganando en la negociación.

● Cuando tenemos una idea brillante, en lugar de hacer que la otra persona piense que es nuestra, ¿por qué no dejarle que prepare esa idea por sí mismo? Entonces considerará que esa idea es suya; le gustará, y quizá se sirva dos porciones.


En pocas palabras:

~Regla 1~
No critique, no condene, ni se queje.

~Regla 2~
Demuestre aprecio honrado y sincero.

~Regla 3~
Despierte en los demás un deseo vehemente.

4 comentarios:

  1. Otro posteo largo, y ahora que estamos en vacaciones no hay excusas :p jajaj

    Me gusto, esta bueno lo que plantea en general...A veces tiene como una mirada muy positiva de todo, muy idealista, como cuando dice que aunque haya personas "malas", los que son buenos tienen ventajas y no se tienen que preocupar por nada.....desvario un poco me parece ahi jajaja

    Tampoco creo que no sea bueno criticar...una critica puede herir o no, dependiendo de como se dice, a quien se dice y con que fin. No vamos a dejar de decir algo, solo para que el otro siga contento, y para no herirlo...es cualquiera. La gente es grande, y se tiene que bancar las criticas, gusten o no; hay que aguantarse y tratar de hacer algo para cambiar, si lo amerita.

    Igualmente, me gusto la frase de Henry Ford, entender el punto de vista del otro, sirve para no criticar al pedo tambien, y tener un poco mas de consideración.

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  2. Totalmente de acuerdo con todo lo que dijiste.
    Frases favoritas: la de Ford de ponerse en el lugar del otro y la de Carlyle de la grandeza del hombre.

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  3. Son buenos conceptos que tira, aplicarlos a veces puede costar. Y coincido en que tiene un tono algo idealista, pero bue :P

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  4. lo leí todo, no lo puedo creer (?)

    son buenos, algunos ya los conocía(mi tío me regaló un librito con ponele 200 frases así)

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