martes, 8 de marzo de 2011

Desvaríos trasnocheros sin nombre IV

Se desarrolla un mundo
del que tenés tal comprensión
cada explicación
que has dado y ha sido bien recibida

pero vos no formás parte de él
la práctica excede la teoría
solo mirás las cosas suceder
desde afuera
como ratas de laboratorio e investigador
como seres humanos y dios

cuando te toque ser el puesto a prueba
tu supuesta especial racionalidad
no te va a salvar
vas a ser uno más
sobrepasado por los acontecimientos

te dás cuenta, no tenés valor
entonces, te quedás estático
no tratás de hacer bien
para no correr el riesgo de que salga mal
porque ya no tenés nada que te pueda anclar

y solo te preguntás
cuanto tiempo más
estaré
solo...
…subsistiendo.

2 comentarios:

  1. Este es un mundo muy complicado de entender, y varía un montón de acuerdo a la posición/situación en la que uno esté.

    Abrazo enorme.

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  2. Alto poema, alto dilema. Me recuerda un toque a Bukowski cuando habla del hombre corriente, asesinado todos los días por la tiranía de la supervivencia. La paranoia de no alcanzar la verdadera (la más falsa de todas) felicidad, nos va convirtiendo poco a poco en animales de costumbre, que prenden de una balanza cada vez más desequilibrada. Cuando pensamos en sobrevivir, nos olvidamos de vivir.
    Otra cosa interesante: Toda la estructuración y toda la nomenclatura se nos va al cuerno cuando empezamos a aparecer nosotros en la escena. Nos estremecemos ante la idea de un depredador abalanzándose contra su presa sin piedad, pero lo hacemos olvidándonos que nosotros somos depredadores también, y los más voraces que existen. Cuando confrontamos la idea de que no somos ajenos a este "mundo cruel", las dudas nos atormentan. ¿Cómo se explica y se entiende un mundo del que formamos parte y que no podemos percibir sin antes existir para él? ¿Existe realmente el mundo sin nosotros? Esto, que parece un pasaje extraído del manual Dorian Gray del egocentrismo no lo es tanto, porque sin dicho pretexto no se podría llegar a ningún conocimiento universal. Ponele: para aceptar algo tan genérico como la ley de la gravedad, primero que nada tengo que admitir que yo, subjetivamente, no tengo nada que ver con ella, por lo menos en su pretexto teórico. De lo contrario, la ley de gravedad es real sólo para mi percepción.
    Otra: El egocentrismo presente en todo gran pensador social, científico, físico e ideólogo (en todo ser pensante y generador de ideas, en resumen) al juzgar a la naturaleza que lo rodea sin admitir que él mismo forma parte de dicha naturaleza. Los vivos hablan de la muerte como la alegría eterna o el tormento eterno. Los contemporáneos elogian a personajes de quienes conocen sólo una faceta bidimensional o un relato adornado de la imagen con la que dicho personaje pretende ser recordado. En definitiva: el ser humano es experto en hablar mucho sabiendo poco, y ese es uno de los grandes vicios de la sociedad global.

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