(Fragmentos de la nota de hoy de Norberto Abdala en la Viva)
Quien es exigente (tanto consigo mismo como con terceros) está convencido que bastan la exigencia y la voluntad para que un objetivo sea alcanzado. Es lo que se resume en la creencia “querer es poder”. Sin embargo, querer y poder no son sinónimos.
La persona exigente tiene tres características francas:
● Pretende objetivos que no sólo quiere o exige al otro alcanzar, sino que los considera muy adecuados y legítimos;
● Se siente el dueño de la verdad y no toma en consideración la opinión del otro;
● Está convencido de que si lo demanda con firmeza le hace un favor a quien resulte exigido.
Cada persona tiene sus límites que debe aceptar con realismo.
Poder decir que no libera, permite dedicarse a lo que verdaderamente se desea y a encontrarse con uno mismo.
Asi que dejen de romperme las pelotas.