No es una pregunta tan complicada y misteriosa, pero todos los hombres aunque sea alguna vez se la hicieron y aun así sigue siendo una de esas dudas existenciales. A mí me salta a la mente instantáneamente miles de respuestas a esa pregunta, así que no entiendo como pueden no entender. Creo que el problema está en el planteamiento de la pregunta, y en la probable conceptualización detrás de el.
“Las mujeres” es una categoría tan general y vasta que es imposible extraer de ella una conclusión única y universal en lo que respecta a un área tan subjetiva como son las preferencias, los deseos, los sueños. Cada mujer es distinta a las demás, y aunque algunas se asemejen un poco más, siempre va a haber algo que ni ella misma sepa o entienda claramente de su persona. Entonces, ¿cómo pretenden descifrarlas en su totalidad como para saber todo lo que podrían querer, y a todas a la vez? No existe una fórmula salvadora, hay que prestar atención en cada caso en particular e ir descubriéndolo.
Los hombres, en su simplicidad, casi siempre tienen en claro lo que quieren de las mujeres porque atienden a la necesidad más urgente y potente. Quieren verla, quieren hablarle, quieren conocerla, quieren besarla, quieren tocarla, quieren estar con ella… y fin de la cuestión. ¿Qué quieren las mujeres? Ser felices. Estar cómodas, confortables y contenidas en la situación en la que se encuentran. Entonces, cuando aparece el hombre en cuestión, no se limitan a pensar qué quieren verlo, hablarle, conocerlo, besarlo, tocarlo, estar con él. Sino que consideran las repercusiones de esos actos a futuro, aunque sea a un nivel inconciente. ¿Y si las cosas se tornan en algo que no les gusta? ¿Y si la parte más placentera de la relación era la menos pensada? ¿Y si empiezan a querer demasiado? ¿Y si siguen queriendo muy poco? Sí, son complejas las mujeres, tal vez demasiado. Pero así son las cosas. La felicidad para ellas no esta en ese momento en el que se concreta el deseo más instintivo, sino en las sensaciones y emociones que se generan a lo largo del tiempo en la sucesión de esas concreciones. A veces es un tiempo corto, a veces es largo, a veces son muchas concreciones, a veces es una sola, a veces son concreciones más banales, a veces son encuentros más profundos. Lo importante es siempre sentirse bien respecto a esa situación general, y no solo a la puntual.
Tal vez radique en el instinto maternal y de permanencia en el hogar propio de la mujer, pero resulta que sea cual sea la relación, la mujer necesita sentir mayor estabilidad en su vida que el hombre, que es más inmune a la incertidumbre y más apto a salir y enfrentarse con algo nuevo cada día. El ojo siempre está puesto en la mujer; a través de los siglos siempre fue ella el objeto visual, provocando que ella misma se tome como tal. Por lo tanto, cuando comienza una relación, la mujer piensa en lo que quiere ver del hombre y también en lo que quiere ver de ella misma con él, mientras que el hombre solo se concentra en lo que quiere de ella.
En los momentos de desconcierto en los que surge esa pregunta de ¿qué es lo que quieren? se tiene que considerar que a veces no se sabe exactamente lo que se quiere, otras se sabe, pero no como obtenerlo, y hasta en algunos casos, se sabe lo que se quiere y como obtenerlo, pero realizarlo podría tener aspectos negativos en algún ámbito que se deberían poner en consideración. Y muchos factores influyen en el accionar de la persona a la hora de buscar eso que se quiere: las características propias de la personalidad (especialmente, el control que tiene la persona sobre sus propias características), los rasgos de su vida (el momento puntual que está atravesando), las experiencias pasadas y conocimientos que pudo extraer de ellas, y ciertamente, la índole de aquello que desea, lo que representa para la persona. Y todo esto suponiendo que uno ya descubrió concientemente qué busca.
Si uno se detiene a analizar todo esto, realmente puede llegar a entender porqué las mujeres actúan como lo hacen, incluso cuando resulta inesperado o contradictorio. Lo importante está en no quedarse solo con lo que se exterioriza, sino tratar de descifrar que cosas llevaron a que se exteriorice eso, y por lo tanto que cosas se quedaron en el camino.