Resulta ser que, la letra cursiva es difícil de aprender (ciertamente, es más compleja que la imprenta y la minúscula) pero por lo menos no creo que nadie que haya cursado la primaria hace unos buenos años haya considerado la posibilidad de eliminarla. Ni siquiera que hayamos considerado las posibles causas de por qué nos la enseñan. Es un tipo de letra más, no?, que enseñándotela te dan la chance de que la puedas usar más adelante. Pero lo cierto es que, no recuerdo que me hayan enseñado la minúscula, y la imprenta la dejaban de permitir en 2do grado. Y sin embargo, en cuanto dejaron de pedir cierto tipo de letra, me fui de cabeza con la minúscula porque me salía más pareja y prolija (igual, muchos valientes compañeros siguieron usando la cursiva hasta el polimodal, pero he de admitir que lo que tenían de valientes solían tenerlo de ilegibles).
Bueno, volviendo a la nota, los pibes se están quejando de que, además de que la cursiva les queda más fea, les lleva más tiempo. ¿Cuál es la causa de que parezca que les cuesta más que antes hacer la cursiva, o por lo menos, que hayan sentido el derecho o la necesidad de quejarse? La computadora. Se acostumbran desde muy chicos a ver todo en imprenta y minúscula, lo cual hace más forzada la introducción a la cursiva.
En cuanto leí esto pensé “noo, vagos de mierda, esto no se trata de que sea más simple o rápido, se trata de que tengan más bagaje cultural”. Yo me acuerdo de los cuadernos de caligrafía de mi abuela, y eran obras de arte (y obras de arte que debían aprender a hacer todos en su momento). Es como que vi en la erradicación de la cursiva la muerte de muchas cosas bellas que suman a nuestros conocimientos sin tener una verdadera utilidad. Fue como si dijeran “uy, el inglés es más fácil, ¿y si dejamos de hablar todos los demás idiomas?” Y después pensé… que muchas veces yo critiqué la insistencia que tenían algunos de preservar ciertos elementos culturales antiguos ya sin vigencia (para ser más exactos, ciertos edificios aburridos que ya se caen a pedazos). Entonces, ¿está bien o está mal querer ir eliminando esas cosas “bellas” que pareciera que empiezan a ser un estorbo? ¿Y quién y cómo determina la importancia que tienen estas cosas, y por ende, su necesidad de preservarlas? Y, mejor aún, ¿qué posibles, por más remotos, efectos secundarios indeseables podría llegar a tener la simplificación de todo a nuestro alrededor?
Y esto iba de la mano con la creciente dependencia a la tecnología. Las empresas vendedoras de productos buscan siempre sacar algo que simplifique más nuestras acciones cotidianas, y nadie lo refuta porque, ¿qué podría tener de malo hacer más rápido y fácil las cosas? Y ni hablar de la comodidad… Así es como cuantas más comodidades van saliendo, más vicio se hace ir adquiriéndolas. Uno se siente más feliz teniendo cierto status de confort en la vida. Pero, ¿qué daños colaterales puede causar esto?
La mayoría de ustedes ya saben cuál es mi filosofía, por ejemplo, con los celulares. Yo quise siempre que mi celular haga y reciba llamadas y mensajes, y nada más. Que no tenga cámara, que no tenga mp3, menos que menos agendar todos los acontecimientos futuros que tenga que recordar. Cuánto más pedorro, mejor. ¿Por qué? Porque así duran más, y porque así duele menos cuando se pierden o rompen. Tener TODO, todas las funciones en el celular te hace sumamente dependiente a él. Prefiero tener mi celular para hablar, mi mp3 para escuchar, mi cámara de fotos para fotografiar, mi diario íntimo o cuadernito para anotar. Así es más remota la posibilidad de que se te pierda o rompa todo. Pero cuando perdí mi último cacharro telefónico y fui a buscar uno nuevo, resulta que el más choto disponible ya incluía cámara, mp3, calendario, calculadora y todas esas cosas. En otras palabras, nos están forzando a ir renovando nuestros aparatos, a ir adquiriendo cosas que nos faciliten cada vez más funciones. Y he de confesar, mi rebeldía no llega tan lejos como para incomunicarme al no comprar un celular, o a no usar esas funciones teniéndolas disponibles.
Bueno, si eso lo consideramos con cada una de las frágiles y volátiles cosas que empezaron a ser vitales en nuestra vida: la televisión, el teléfono, el microondas, el lavarropas, el aire acondicionado… Estoy segura de que si a varios acá les sacara su computadora de un día para el otro, considerarían seriamente la posibilidad del suicidio, jaja. Bueno, no me causa gracia, me pone sumamente nerviosa.
Creo que todas estas cosas, todo este “ruido” potencia un sentimiento de vacío. No hacemos prácticamente nada por nosotros mismos de principio a fin. Necesitamos siempre de alguna cosa que aunque sea “piense” algo por nosotros Yo, personalmente, cuando tengo que indagar sobre algún tema, primero busco en Internet lo que ya hayan pensado otros al respecto, nunca hago el esfuerzo mental desde cero. Y se que muchos deben hacer lo mismo. Así vamos saliendo todos bastante parecidos y medios huecos, ¿no les parece?
A mí el vaticinio ese de un futuro en el que todos estemos obesos, todo el día sentados en la computadora, me inquieta bastante. Incluso suponiendo que no estemos gordos, ya sea porque inventen un aparato que realmente haga abdominales por vos o porque estemos anoréxicos porque ni siquiera nos tomemos el esfuerzo de ir a buscar comida, acostumbrarse a las facilidades me da mucha cosa, porque también me da mucha cosa pensar en el momento en el que pueda no tenerlas.
Los cortes de luz, por ejemplo, decí que acá no duraron más de
Retomando por segunda vez la nota, según dicen algunos que saben del tema, la cursiva al tener un trazo continuo ayuda a la fluidez de los pensamientos (esto lo corroboro totalmente, cada vez que estoy escribiendo algo que pienso muy embalada, empiezo con imprenta y termino con una pseudocursiva) y muestra rasgos de la personalidad.
Léanlo de nuevo gente: esa DIFICULTAD es lo que te ayuda PENSAR. Esa DESPROLIJIDAD es lo que muestra los rasgos de tu PERSONALIDAD. Es lo que nos hace distintos. Pero por cómo es el mundo, ahora hasta los nenes en primaria están pensando en que quieren que las cosas les salgan “bonitas” e igual que a todos los demás.
Obviamente que no puedo adivinar cómo van a ser las cosas en el futuro, pero se me hace que todas estas mejoras que todos queremos en nuestras vidas están, sin que nos demos cuenta, haciendo un efecto colador en otros aspectos de la vida. Todos estamos al alcance de lo mismo, se nos facilita prácticamente todo, así que ya es automático ir a lo fácil confiando en que es lo MEJOR y VERDADERO. Y esto no es mentira. Todos los que son compañeros míos de arquitectura pueden atestiguar que en el último trabajo de investigación que entregamos, el 90% de ellos estaban redactados exactamente de la misma forma (es decir, copiados y pegados desde la misma página de Internet). Es que, ¿para qué elaborar las cosas uno mismo, si ya hubo tanta gente antes que elaboró sobre el tema? Y el que aparezca primero en la lista del Google, ese va a ser el que tenga más razón.
Recuerden gente: dejar de hacer algo porque es difícil no es un justificativo. Lo único que provoca es que se dude sobre tu capacidad.