miércoles, 29 de septiembre de 2010

Simplicidad al extremo

Esto lo venía pensando hace un tiempo, pero recién hoy lo reflexioné un poco más a fondo con una nota que leí del Clarín (“En plena era digital, discuten en la escuela el uso de la letra cursiva”).

Resulta ser que, la letra cursiva es difícil de aprender (ciertamente, es más compleja que la imprenta y la minúscula) pero por lo menos no creo que nadie que haya cursado la primaria hace unos buenos años haya considerado la posibilidad de eliminarla. Ni siquiera que hayamos considerado las posibles causas de por qué nos la enseñan. Es un tipo de letra más, no?, que enseñándotela te dan la chance de que la puedas usar más adelante. Pero lo cierto es que, no recuerdo que me hayan enseñado la minúscula, y la imprenta la dejaban de permitir en 2do grado. Y sin embargo, en cuanto dejaron de pedir cierto tipo de letra, me fui de cabeza con la minúscula porque me salía más pareja y prolija (igual, muchos valientes compañeros siguieron usando la cursiva hasta el polimodal, pero he de admitir que lo que tenían de valientes solían tenerlo de ilegibles).

Bueno, volviendo a la nota, los pibes se están quejando de que, además de que la cursiva les queda más fea, les lleva más tiempo. ¿Cuál es la causa de que parezca que les cuesta más que antes hacer la cursiva, o por lo menos, que hayan sentido el derecho o la necesidad de quejarse? La computadora. Se acostumbran desde muy chicos a ver todo en imprenta y minúscula, lo cual hace más forzada la introducción a la cursiva.

En cuanto leí esto pensé “noo, vagos de mierda, esto no se trata de que sea más simple o rápido, se trata de que tengan más bagaje cultural”. Yo me acuerdo de los cuadernos de caligrafía de mi abuela, y eran obras de arte (y obras de arte que debían aprender a hacer todos en su momento). Es como que vi en la erradicación de la cursiva la muerte de muchas cosas bellas que suman a nuestros conocimientos sin tener una verdadera utilidad. Fue como si dijeran “uy, el inglés es más fácil, ¿y si dejamos de hablar todos los demás idiomas?” Y después pensé… que muchas veces yo critiqué la insistencia que tenían algunos de preservar ciertos elementos culturales antiguos ya sin vigencia (para ser más exactos, ciertos edificios aburridos que ya se caen a pedazos). Entonces, ¿está bien o está mal querer ir eliminando esas cosas “bellas” que pareciera que empiezan a ser un estorbo? ¿Y quién y cómo determina la importancia que tienen estas cosas, y por ende, su necesidad de preservarlas? Y, mejor aún, ¿qué posibles, por más remotos, efectos secundarios indeseables podría llegar a tener la simplificación de todo a nuestro alrededor?

Y esto iba de la mano con la creciente dependencia a la tecnología. Las empresas vendedoras de productos buscan siempre sacar algo que simplifique más nuestras acciones cotidianas, y nadie lo refuta porque, ¿qué podría tener de malo hacer más rápido y fácil las cosas? Y ni hablar de la comodidad… Así es como cuantas más comodidades van saliendo, más vicio se hace ir adquiriéndolas. Uno se siente más feliz teniendo cierto status de confort en la vida. Pero, ¿qué daños colaterales puede causar esto?

La mayoría de ustedes ya saben cuál es mi filosofía, por ejemplo, con los celulares. Yo quise siempre que mi celular haga y reciba llamadas y mensajes, y nada más. Que no tenga cámara, que no tenga mp3, menos que menos agendar todos los acontecimientos futuros que tenga que recordar. Cuánto más pedorro, mejor. ¿Por qué? Porque así duran más, y porque así duele menos cuando se pierden o rompen. Tener TODO, todas las funciones en el celular te hace sumamente dependiente a él. Prefiero tener mi celular para hablar, mi mp3 para escuchar, mi cámara de fotos para fotografiar, mi diario íntimo o cuadernito para anotar. Así es más remota la posibilidad de que se te pierda o rompa todo. Pero cuando perdí mi último cacharro telefónico y fui a buscar uno nuevo, resulta que el más choto disponible ya incluía cámara, mp3, calendario, calculadora y todas esas cosas. En otras palabras, nos están forzando a ir renovando nuestros aparatos, a ir adquiriendo cosas que nos faciliten cada vez más funciones. Y he de confesar, mi rebeldía no llega tan lejos como para incomunicarme al no comprar un celular, o a no usar esas funciones teniéndolas disponibles.

Bueno, si eso lo consideramos con cada una de las frágiles y volátiles cosas que empezaron a ser vitales en nuestra vida: la televisión, el teléfono, el microondas, el lavarropas, el aire acondicionado… Estoy segura de que si a varios acá les sacara su computadora de un día para el otro, considerarían seriamente la posibilidad del suicidio, jaja. Bueno, no me causa gracia, me pone sumamente nerviosa.

Creo que todas estas cosas, todo este “ruido” potencia un sentimiento de vacío. No hacemos prácticamente nada por nosotros mismos de principio a fin. Necesitamos siempre de alguna cosa que aunque sea “piense” algo por nosotros Yo, personalmente, cuando tengo que indagar sobre algún tema, primero busco en Internet lo que ya hayan pensado otros al respecto, nunca hago el esfuerzo mental desde cero. Y se que muchos deben hacer lo mismo. Así vamos saliendo todos bastante parecidos y medios huecos, ¿no les parece?

A mí el vaticinio ese de un futuro en el que todos estemos obesos, todo el día sentados en la computadora, me inquieta bastante. Incluso suponiendo que no estemos gordos, ya sea porque inventen un aparato que realmente haga abdominales por vos o porque estemos anoréxicos porque ni siquiera nos tomemos el esfuerzo de ir a buscar comida, acostumbrarse a las facilidades me da mucha cosa, porque también me da mucha cosa pensar en el momento en el que pueda no tenerlas.

Los cortes de luz, por ejemplo, decí que acá no duraron más de 5’ los últimos, sino sería la muerte. Imagínense un domingo entero con la luz cortada, incluso de noche, sin poder usar nada eléctrico. Seguro que sube más todavía la media de suicidios. Mantengo la calma mientras dure la pila del mp3.

Retomando por segunda vez la nota, según dicen algunos que saben del tema, la cursiva al tener un trazo continuo ayuda a la fluidez de los pensamientos (esto lo corroboro totalmente, cada vez que estoy escribiendo algo que pienso muy embalada, empiezo con imprenta y termino con una pseudocursiva) y muestra rasgos de la personalidad.

Léanlo de nuevo gente: esa DIFICULTAD es lo que te ayuda PENSAR. Esa DESPROLIJIDAD es lo que muestra los rasgos de tu PERSONALIDAD. Es lo que nos hace distintos. Pero por cómo es el mundo, ahora hasta los nenes en primaria están pensando en que quieren que las cosas les salgan “bonitas” e igual que a todos los demás.

Obviamente que no puedo adivinar cómo van a ser las cosas en el futuro, pero se me hace que todas estas mejoras que todos queremos en nuestras vidas están, sin que nos demos cuenta, haciendo un efecto colador en otros aspectos de la vida. Todos estamos al alcance de lo mismo, se nos facilita prácticamente todo, así que ya es automático ir a lo fácil confiando en que es lo MEJOR y VERDADERO. Y esto no es mentira. Todos los que son compañeros míos de arquitectura pueden atestiguar que en el último trabajo de investigación que entregamos, el 90% de ellos estaban redactados exactamente de la misma forma (es decir, copiados y pegados desde la misma página de Internet). Es que, ¿para qué elaborar las cosas uno mismo, si ya hubo tanta gente antes que elaboró sobre el tema? Y el que aparezca primero en la lista del Google, ese va a ser el que tenga más razón.


Recuerden gente: dejar de hacer algo porque es difícil no es un justificativo. Lo único que provoca es que se dude sobre tu capacidad.

martes, 28 de septiembre de 2010

Relegar la responsabilidad

Hay un viejo cuento con tres personajes: Todos, Alguien y Nadie.
Ocurre que había que hacer un trabajo importante, y Todos sabía que Alguien lo haría.
Alguien podría haberlo hecho, pero Nadie lo hizo.
Alguien se enojó cuando se enteró, porque le hubiera correspondido a Todos.
El resultado fue que Todos creía que lo haría Alguien, y Nadie se dio cuenta de que Alguien no lo haría.
¿Cómo termina la historia? Alguien reprochó a Todos porque en realidad Nadie hizo lo que hubiera podido hacer Alguien.

Esta es una de esas anécdotas a las que recurría mi vieja cuando trabajaba coordinando grupos. Originalmente era distinta, pero la cambiée un poquito a mi gusto.

Qué difícil, ¿no?, cuando hay que hacer algo que les corresponde a muchas personas a la vez. Lo justo sería que lo hagan todos, pero con el lío que se generaría con la diferencia de capacidades, tiempos, pensamientos… termina siempre siendo más práctico que lo haga/n uno/s. Inclusive a veces, termina saliendo mejor el trabajo.
Pero cuando sale mal, ¿qué pasa?
La culpa es de Cristina :P

sábado, 25 de septiembre de 2010

No son genios lo que necesitamos ahora

(Fragmento)

 Imagino a la sociedad como una especie de pirámide, en cuya cúspide estuvieran los mejores y menos numerosos, y en la amplia base las masas. Hay una zona intermedia en la que existen gentes de toda condición que tienen conciencia de algunos valores de orden superior y están decididos a obrar en consecuencia. Estas gentes son aristócratas y de ellos depende todo. Ellos enriquecen la sociedad hacia la cúspide con obras y palabras, y hacia la base con el ejemplo, ya que las masas sólo se enriquecen por respeto o mimetismo.
 Esta aristocracia, hoy, prácticamente no existe, ahogada en su mayor parte por el materialismo y la filosofía del éxito.
 Solían decirme mis padres que un caballero, un aristócrata es la persona que no hace ciertas cosas, aun cuando la Ley, la Iglesia y la mayoría las aprueben o las permitan. Cada uno de nosotros, si tenemos conciencia de ello, debemos individualmente constituir una nueva aristocracia. Este es un problema urgente, tan apremiante que debe ser acometido en seguida. Debemos empezar pronto y después ir avanzando despacio sin desánimo. Lo principal es empezar a trabajar y entonces, sólo entonces, podremos hablar de ello.
 Al dinero, al éxito, al exceso de propiedad o de ganancias, a la ligereza, la prisa, la falta de vida espiritual o de conciencia hay que enfrentar la dedicación, el oficio, la buena voluntad, el tiempo, el pan de cada día y, sobre todo, el amor, que es aceptación y entrega, no posesión y dominio. A esto hay que aferrarse.

por José Antonio Coderch

jueves, 23 de septiembre de 2010

Desvaríos trasnocheros sin nombre IV

De la nada, de pronto sentí a mi corazón latir tan débilmente, tan cercano a la penetrable superficie de mi pecho. Esos tímidos palpitos, esas frágiles pulsaciones, siendo la fuente de toda mi fuerza y vigor.
Mi calavera, por debajo de mi piel, me resultó tan tensa, tan propensa a astillarse, a quebrarse. Cada vez que me dolía la cabeza, me daba miedo pensar en lo que podría estar pasando ahí. Mi cerebro, que como mi corazón, se irriga, late, con bloquear uno de sus conductos bastaría para detener toda su actividad. Y toda la mía, hasta el extremo más lejano en la punta del último dedo del pie.
Supe que cada bocanada de aire podía ser la última. El precioso aire, tan necesario, pudiendo hacer ingresar tan sencillamente intrusos a mi organismo. Fuente de vida y potencial veneno. Mis pulmones podrían de la nada decidir cerrársele a él, decidir perder su flexibilidad, no expandirse más.
Y las venas, ¡las venas!, tan sutilmente exhibiéndose a través de mi piel. Peligrosamente entregándose. Delatando mi flujo de vida. Invitando a ser intervenido…

lunes, 20 de septiembre de 2010

Miedo

Pienso, no quiero tener miedo
Entonces, qué es lo que me causaría miedo?
Una serie de imágenes de lo más forzadas fluyen simultáneamente en mi cabeza
Puro veneno mental
No lo puedo detener, ya empezó y se va haciendo cada vez más grande y peor
Dependiendo de hasta donde llegue mi imaginación
La sensación se hace cada vez más intensa y real
El mundo no puede saber esto que vi, no puede saber lo que me afectaría
Y me trago el veneno
Siento como va bajando
Quemando mi tráquea
Desintegrando mis entrañas
¿Cómo una proyección, un simulacro puede hacerme sentir esto?
El mundo con toda su oscuridad se cierne sobre mí
Me apuntan con el dedo
Quiero salir corriendo
Esconderme y llorar hasta no tener más lágrimas
Y no volver nunca más
Y entonces lo descubro
Miedo a tener miedo
Miedo a pensar
Y si…?


Mi papá me dijo una vez que la felicidad pura no existía por un simple motivo: si estás infeliz y de pronto conseguís alcanzar la felicidad conscientemente, el miedo a perderla te volvería a hacer en cierta medida infeliz.
Alguna vez ya había llegado yo a esa conclusión, pero sólo ahora, reflexionando un poco más, entendí que el origen de que muchas veces me boicotee o no logre experimentar al máximo de mis felicidades es por miedo.
Es una combinación mortal entre ser demasiado maquinadora, previsora, cautelosa, escéptica y no confiar en mi –no tener, en realidad- autocontrol sobre mi personalidad.
Entonces la cosa se desarrollaría así: de repente se da un evento que me trae felicidad; lo disfruto lo suficiente como para darme cuenta de la felicidad que me está brindando, y entonces pienso en las más posibles cosas que podrían provocar que eso termine de pasarme (justamente, para evitarlas); entonces, pienso en como debería actuar en esas situaciones; y después hago un análisis de mi persona para ver si realmente sería capaz de reaccionar así (tratando de ser lo menos ciega e ingenua posible), recurriendo, de ser posible, a experiencias pasadas.
Bueno, la verdad es que me ha pasado ya que pensé “Uh, la re cagué, pero la próxima ya se cómo funciona todo y qué hacer, y no me va pasar de nuevo”, pero cuando me volvía a encontrar en la misma situación y conscientemente trataba de implementar mi resolución, veía que yo seguía siendo la misma persona emocional que en aquellas ocasiones pasadas y que no podía modificar demasiado mis reacciones. El resultado: pánico, odio, culpa, amargura, tristeza, inseguridad, inestabilidad…
Ustedes dirán “Pero flaca, no pensés en esas cosas al pedo desde un principio…” pero la realidad es que, si aún considerándolas como posibles y habiéndolas analizado y digerido no confío en poder reaccionar objetivamente, pensar en la posibilidad de que me agarren de improvisto…
La verdad, es que me tengo miedo a mí misma. Y no poder actuar como creo yo que es lo indicado.


Estaba una noche acostada en mi cama en posición fetal, mirando el cielo por mi ventanal, de color negro con estrellas y la palmera que tapaba la luna llena. Eran vacaciones, ya casi terminando, y había tenido mucho tiempo para hacer cosas que no había hecho, a pesar de tenerlas absolutamente en todo momento en mi mente. Y esa noche no era distinta; para variar, me fui a acostar porque lo más productivo que podía concebir, después de hacer mis obligaciones, era dormir. Pero a medida que pasaban los días, la desesperación iba creciendo en mi corazón. Y esa noche en particular, la inercia me lleno de pánico. Me puse a pensar en la idea de seguir como venía, hasta los límites de sus consecuencias. Que todo pudiera salir de la peor manera. Y que, lo peor de todo, me lo mereciera. Que aún así yo siguiera siendo igual, que no hubiera nadie o ninguna forma de ayudarme, y que aún así yo siguiera siendo igual, que perdiera todo lo que tenía en el mundo, y que aún así yo siguiera siendo igual, que por ya no tener nada para exigirme me castigaran, y que aún así yo siguiera siendo igual.
Quedarme total y completamente sola y sin nada, así como estaba, en posición fetal y rodeada del color negro de la inexistencia.
Me tapé hasta la cabeza y me puse a llorar.
Más miedo que lo que me pudieran hacer o sacar me daba pensar en no ser nada ni nadie. Y así se me vino con el negro todo el peso encima de saber que era yo la que estaba extirpando toda mi potencialidad. Y pensar en la posibilidad de que aún así, yo siguiera siendo igual.


Uff, me puso los pelos de punta solo escribirlo.

De yapa, una infaltable de Neruda:


Tengo miedo

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.

Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella).

Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!

Se muere el universo de una calma agonía

sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la tierra es una fruta negra que el cielo muerde.

Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.

Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Siempre nos piden que entendamos

Siempre nos piden que entendamos
el punto de vista de los otros
sin importar si es anticuado
necio
asqueroso.

A uno le piden
que entienda
amablemente
todos los errores de los otros,
sus vidas desperdiciadas,
sobre todo si son de edad avanzada.

Pero su edad es lo único
en lo que nos fijamos.
Han envejecido mal
porque han vivido sin enfoque
se han negado a ver.
¿Que no es culpa suya?

Se me pide que oculte
mi opinión ante ellos
por miedo a su miedo.

La edad no es un crimen
pero la vergüenza de una vida
deliberadamente desperdiciada
entre tantas vidas
deliberadamente desperdiciadas
sí lo es.


Charles Bukowski

viernes, 17 de septiembre de 2010

Ropa

Oh bendita ropa, que te acumulas en mi habitación,
al verte ya conformar un pequeño montón
se que significa el comienzo de mi perdición.

Cuando en épocas pasadas no me preocupabas porque todo ocupaba su debido rincón,
una prenda se me filtraba en un desastroso momento de distracción.

Será ese abrigo establecido innecesario a último momento…
o los post-lavarropas nuevos suplementos…
que dieron el primer paso hacia este desacomodamiento?

Qué más quisiera yo que librarme de este pesar de la ropa tener que guardar.
Cada día de mi vida sin poder evitar tener presente ese instante que se hace esperar
de una forma tan torturante porque mi mamá no puede dejar de gritar!

Concuerdo en que ese pilón no resulta muy vistoso,
-que, como en la cama ya no entra, al suelo fue forzoso-
pero así, tan impasible, no puede resultar tan calamitoso.

Y es entonces que finalmente percibo
que no son solo vestimentas lo que derribo,
sino ya todo lo que en mis manos recibo.

Es que el desorden, ciertamente, desorden genera,
a cada paso que avanza, su necesario fin más se asevera,
sabiendo que más tiempo será el que requiera
ordenar el quilombo que hace dos días era solo una remera!

Y lo más cómico de toda esta situación
es que el poder ir de compras aguardo con expectación,
pensando en cada posible nueva adquisición
que al probarme me quede, no aguanto la emoción.

Oh bendita ropa, que te acumulas en mi habitación.

martes, 14 de septiembre de 2010

Y, ¿por qué arquitectura...?

 Diseñar arquitectura es lo primero que querría hacer en la vida.
 Ya saben cuán admirable y maravilloso me resulta el mundo que nos rodea y su naturaleza. Este es nuestro planeta, nuestro lugar, el espacio físico que nos permite existir. Somos la especie dominante, y así es como nos asentamos en él. Nos apropiamos de él. Lo utilizamos para darnos un sustento más firme.
 Pensar en poner mi parte en la belleza del entorno es un precio impagable.
 Sea una edificación que corte con la naturaleza o que la acompañe, pesada o liviana, difusa o contundente, yo me siento en casa. Se que ese lugar es la marca del paso del hombre, y que está ahí para proporcionarnos un resguardo estable. Esa duración en el tiempo ya le da cierto aire de magnificencia. A medida que esos volúmenes se me imponen escucho música, veo el clima cambiar.
 Diseñar arquitectura es poder tomar este magnífico soporte y agregarle aquello que yo considero que potenciaría al máximo todas esas sensaciones preciosas.
 Es tener abiertamente la posibilidad de elegir tu mundo, tu escenario, sus colores, texturas, formas, recorridos, espacios.
 Decidir qué quiero sentir en un lugar determinando sus características.
 Pero no se trata solo de ser artístico, sino también de cumplir requisitos y satisfacer necesidades. Facilitar las funciones humanas al máximo. No basta con que sea lindo, tiene que tener sus fundamentos razonables para que se sostenga. Una combinación de que vuele tu cabeza y que tus pies sigan en la tierra: ser artista y técnico.
 Una vez que uno toma conciencia de las minúsculas cosas de la vida diaria que están pensadas y no son así porque sí, es inevitable querer diseñarlas. Querer ser Dios.
 Sin que lo sepas voy a decidir tu ubicación en el espacio, cómo y a dónde vas a dar el siguiente paso, tu comportamiento, tu comodidad o incomodidad, tu inclusión o exclusión, tu insignificancia u opresión, tu dominio, los límites de tu supervisión.
 Yo no estoy diseñando arquitectura. Estoy diseñando mis sensaciones y acciones cotidianas. Estoy diseñando mi vida.

 Y yo me pregunto, ¿cómo es que no les nace a todos en el mundo querer hacerlo también?


Algunas frases de célebres arquitectos, y de célebres en otras áreas:

“Con una naturaleza confortable, la humanidad no hubiera inventado nunca la arquitectura.”
• Oscar Wilde

“En la arquitectura, el orgullo del hombre, su triunfo sobre la gravitación, su voluntad de poder, asumen una forma visible.”
• Friedrich Nietzsche

“La imaginación es más importante que la sabiduría.”
• Albert Einstein

“La arquitectura es una música de piedras y la música, una arquitectura de sonidos.”
• Ludwig van Beethoven

“Los arquitectos no inventan nada, solo transforman la realidad.”
Álvaro Siza Vieira
                                          
“El arquitecto es el hombre sintético, el que es capaz de ver las cosas en conjunto antes de que estén hechas.”
Antoni Gaudí

“La arquitectura es cuestión de armonías, una pura creación del espíritu. Empleando piedra, madera, hormigón, se construyen casas, palacios; eso es construcción: el ingeniero trabajando; pero en un instante, tocas mi corazón, me haces bien, me siento feliz y digo: ‘esto es hermoso, esto es arquitectura, el arte entra en mí’.”
Le Corbusier

“La arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio.”
• Ludwig Mies van der Rohe

“Me gusta pensar que lo que hacemos en la tierra es embellecerla para que las futuras generaciones puedan mirar las formas que les legamos y sientan la misma emoción que yo siento al mirar el Partenón, o la catedral de Chartres.”
• Philip Johnson

“Para mí el mundo es un territorio por descubrir y lo que determina la obra del arquitecto es la manera en que trata de descubrirlo.”
• Glenn Murcutt

“La arquitectura es una mezcla paradójica de poder e impotencia.”
Rem Koolhaas

“El ladrillo me estaba hablando siempre, me decía ‘estás perdiendo una oportunidad...’”
• Louis Kahn

“Creo en una arquitectura que parta de la realidad, que elabore una interpretación crítica de ella y que vuelva a la realidad, modificándola, con dialéctica incesante.”
• Carlos Raúl Villanueva

“La satisfacción de un arquitecto es que sus edificios sean absorbidos por la gente.”
• Rafael Moneo

“Para ser arquitecto hace falta tener un sueño, ideales y la energía física para mantenerlo.”
• Tadao Ando

“Los médicos tapan sus errores con tierra, los abogados con papeles y los arquitectos aconsejan poner plantas.”
• Frank Lloyd Wright

sábado, 11 de septiembre de 2010

Individualismo vs. solidaridad

Yo no entiendo como hay gente que se horroriza cuando uno no solo acepta sino también prefiere y elige ciertas cosas basadas en la falta de solidaridad con el prójimo. Desde no poner un peso para el sobre de Caritas hasta el sistema capitalista completo. ¿Soy yo una egoísta desconsiderada sin corazón porque ya no me conmueve la nenita muriendo de hambre a tal punto como para hacer algo? Si es así como catalogan sin ningún tipo de filtro a la gente que piensa así, entonces lo soy, y con mucho orgullo. Yo por lo menos tengo los ojos abiertos y los pies en la tierra.

¿Por qué digo esto? Sólo miren el mundo alrededor. El mundo está regido por el individualismo (Wikipedia: Los individualistas promueven el ejercicio de los objetivos y los deseos propios y en tanto la independencia y la autosuficiencia mientras se oponen a la mayoría de las intervenciones externas sobre las opciones personales, sean estas sociales, estatales, o de cualquier otro tipo de grupo o institución). No se como se habrá llegado a este punto, será por la deficiencia de las ayudas del Estado, o de a momentos la total desprotección, no se la verdad, pero estamos así. Solo basta con haber tenido una probadita de un instante en el que supiste que nadie iba a estar ahí para darte una mano cuando la necesitaras para saber que nunca en la vida ibas a querer llegar a ese punto. Será por orgullo tal vez, o, como lo veo yo, simple prevención. Porque sería muy raro que si alguien te ayuda no pretenda una retribución más tarde, y, como son las cosas, tampoco sería inesperado que aprovecharan para que esa retribución signifique dejarte lo más en bolas posible. No, odio el sentimiento de deberle algo a alguien. Inclusive en mi propia casa he llegado al punto de preferir no pedir ayuda para que no estén después en derecho de reclamarme lo mismo. Y esto, claro, suponiendo que la ayuda hubiera llegado a tiempo. Si vamos a llevarlo aún más allá, hasta tendríamos que adjudicarles parte del mérito de lo que logramos a las personas que nos dieron algún tipo de auxilio en el proceso de conseguir lo que queremos. Yo preferiría saber que soy capaz de hacer las cosas sola.

Entonces, con el resentimiento que uno le junta al concepto de “ayuda” o “solidaridad”, si detesta la idea de pedirla, se caga de risa con la idea de tener que ofrecerla. Porque no es poder ofrecerla, sino tener que ofrecerla. Es como que la moral actual está medio desfasada de la realidad; se pretenden cosas un toque injustas. Uno interioriza lo que siente globalmente en sus hábitos más personales, y lo que acá escuchamos todo el tiempo es lo mal que estamos, la falta de seguridad y de condiciones, los oídos sordos del gobierno. Nuestros “papis” allá arriba se matan unos a otros para ver quién curra más y labura menos (una pequeña crisis de identidad); los que queremos mantener la dignidad no llegamos a ese punto, pero si voy a cuidar con mi vida lo que yo pude conseguir con mi esfuerzo. Como leí por ahí, el individualismo, entonces, también puede llegar a ser una forma de escape del mundo que nos rodea; la persona se centra en sí misma y trata de no ver a su alrededor. Y para mí es realmente así… la pequeña burbuja que me construí trasciende espacios como la política y la economía, llegando también, por ejemplo, al patético ámbito de la farándula y el espectáculo. Prefiero no enterarme de esas cosas que detesto que pasen pero no puedo detener. Y lo mismo pasa con los que mendigan o piden. Si tuviera que ser justa y darles lo que pudiera a todos los que me cruzo, me succionarían la vida. Así que en esos momentos, burbuja mode on.

No es que tenga algo en contra de esa gente, no, lamento que hayan llegado a ese estado, no los califico de vagos ni mucho menos (por más de que algunos seguro han recurrido a ese “rubro” sin necesitarlo realmente, estoy segura de que muchos otros realmente no han contemplado tener otra salida). Hay días en que uno se siente más esperanzado con ganas de ayudar al que te tocó en esta esquina, pero hay muchos más días en que no, y la gente –la maldita gente desde el anonimato- se la pasa diciendo “¡hagan algo!”. Si uno se pusiera a socorrer a cada uno, a dedicarle la prioridad en tu vida a la solidaridad tratando de hacer algo realmente significativo, aún así va a ser muy poco. ¡Después de ese pobre va a venir otro! La forma de cambiar las cosas de modo permanente es desde arriba de todo, desde las formas de manejar las cosas de raíz. Pero ahí estás en la jungla pura. Hasta ahí si que nunca va a llegar la bondad de las personas.

Me parece bien, obviamente, el que ayuda a los demás. Pero, sinceramente, pienso que es alguien un poco ingenuo –optimista, pero ingenuo- y ya estoy mirando con escepticismo para ver de qué forma eso me va a joder la vida a mí. Porque, de nuevo, la bendita gente se va a seguir acostumbrando a que ese deba ser el modus operandi normal.

Honestamente, yo no creo que todo esto que digo sea puramente negativista. Estoy diciendo que vivimos en una sociedad individualista, y que me gusta serlo. El descontento social no provendría de mí y personas que piensen como yo, sino de aquellas que no aceptan la sociedad como es. Como siempre, prefiero no quejarme porque, a mi parecer, solo tenés derecho a quejarte si estas tratando de hacer algo al respecto. Y como ya dije, lo significativo que se podría hacer al respecto de este tema es prácticamente imposible.

Esto es lo que siento. Yo soy la personificación del antipatriotismo. Me asquea a sobremanera la hipocresía de los argentinos que piensan que todo anda para el carajo, todos en el gobierno son unos forros y se hacen las cosas como el culo, pero después van gritando “¡Vivaa Argentinaa!” en ese lapso odioso en el que se superpuso el Bicentenario con el Mundial. Los que putean todo el tiempo que están hartos de la gente cuando tienen que tomarse el tren o el bondi, pero después somos todos amigos porque estamos viendo un partido o bailando en una fiesta. La famosa soberbia argentina es lo que más me avergüenza de nuestra forma de ser. Dense cuenta que nuestros méritos mundiales se basan en lo que –de puro culo- tuvimos suerte de poseer geográficamente en cuanto a turismo y bienes, a la excelencia deportiva y a la belleza de nuestras mujeres (los hombres no se si serán bellos, ellos son personas, no objetos). Hay una cosa a la que sí hemos llegado nosotros y es sumamente preciosa: nuestra cultura, nuestra calidez y apertura, la fuerza y cercanía de nuestras uniones más personales. Pero en lo social, lo organizativo –lo más necesario- fallamos estrepitosamente. Masivamente somos como bestias. Soberbia es lo último que ameritaría que pudiéramos sentir.

Y mejor no me explayo más porque sino sigo hablando de los negros de mierda –de personalidad y actitudes, no de apariencia (aclaro para los que han tenido la suerte de no haberme escuchado hablar de esto)-.

Yo solo quiero que tomen conciencia de las cosas que pasan y de lo que cada uno hace al respecto, y por ende, hasta donde es justo pedir acción. Nosotros somos responsables de permitir que pasen todas estas cosas, así que frente a eso cada uno decidirá si lo acepta y cierra la boca, o se queja pero hace algo al respecto con fervor. Y también cada uno dará a su alrededor en cuanto lo sienta acorde, justo y necesario. Primero voy a dar más de mí a mi familia y mis amigos, después a mis conocidos y a los desconocidos que frecuentan mi entorno (mi barrio, mi facu, etc), y después a los que me encuentre en cualquier lugar, o anónimamente a los que nunca me encuentre. Siguiendo esta línea y en este contexto, como que los últimos no creo que reciban nada.


Nota de posible interés: Cómo ven a los argentinos los extranjeros que viven en el país http://edant.clarin.com/diario/2002/07/21/s-03615.htm

viernes, 10 de septiembre de 2010

No soy linda

No soy linda!
Cuándo van a entender que no me importa como me vea?
Que no quiero que me importe como me vea
Que no quiero que importe…
Lo que tiene que importar es lo que hago, lo que digo, lo que pienso
Se que importa… pero se que no es lo que más importa
Cuando la gente pregunta como es alguien, se les responde con la característica más sobresaliente de esa persona

“Linda”
Me alegro que muy… pero…
La puta
No llegué a ser demasiado interesante, culta y graciosa supongo… porque “muy linda” sigue valiendo más
Por que me preocupa tanto?
Porque a algo lindo se lo aprecia visualmente, se lo disfruta superficialmente…
Solo las charlas, las risas, los llantos, las alegrías, las tristezas, los enojos son los que llegan al corazón… y también tardan mucho más en irse
Es por eso que no quiero ser linda
Porque quiero que me quieran de verdad, no que me aprecien

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Gracias por no fumar

Odio el cigarrillo. El olor, el gusto. La sequedad, el calor. Cómo se prende a la ropa, el pelo… quitándole todo rastro de suavidad. Y cómo se arraiga a la vida de las personas. Odio cómo agarran el cigarrillo, entre el dedo índice y el mayor, o –los que son muy originales- entre el índice y el pulgar. Odio esa cara de ‘fuck yeah’ que ponen a veces después de cada pitada, como diciendo “mirá que loco que soy, hago algo dañino para mi salud. Es que soy tan complejo, tengo tantas cosas de las que desquitarme. Yo no necesito a nadie, solo dame un cigarrillo y me banco cualquiera”. Para mí los que fuman son unos débiles, que tienen que tapar con cenizas sus problemas porque no los pueden enfrentar. O en el mejor de los casos, unos inconscientes desconsiderados. ¿Por qué tengo que bancarme yo ese olor infernal? ¿Por qué tengo que soportar ver una colilla por cm² de suelo? A mi parecer, el que fuma en público comete la misma abominación que aquel que decidiera expeler cada gas corporal cuando le brotara. Es el mismo atentado a mis fosas nasales. En realidad, peor; el cigarrillo dura más –hasta una vez apagado- y, hasta donde se, los pedos no provocan cáncer. Y ni hablar de los pelotudos que te queman… Y dejando completamente de lado el tema de su salud; si a vos no te importa la tuya, menos a mí, pero no van a decidir sobre mi salud y convertirme en una fumadora pasiva. El cigarrillo representa un montón de facetas odiosas de las personas: el egoísmo, la desconsideración, la debilidad, la vanidad (porque, cuántos hay que fuman solo porque se ven bien…), y hasta en algunos casos, la falsedad. Odio el cigarrillo, y si pudiera, odiaría a los que lo fuman. Sé que esto es muy duro, extremista y generalista, pero ya tuve experiencias en las que seres queridos fumaban y, créanme, si tuvieran que elegir, antes que con vos se quedan con ese tubito blanco y amarillo. Permítanme ser prejuiciosa y convencerme de que aquellos que fuman no valen la pena. No voy a arriesgarme a querer a alguien que no se quiere a sí mismo, y que difícilmente pueda querer a alguien más.

domingo, 5 de septiembre de 2010

One Art

The art of losing isn't hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother's watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn't hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.

Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.


Elizabeth Bishop

sábado, 4 de septiembre de 2010

Limones, flores y platos

(Brooke y Gary son una pareja conviviendo juntos. Van a tener una cena con las familias de ambos. Gary llega del trabajo, le da a Brooke una bolsa con limones que ella le pidió que comprara y se tira al sofá a ver tele)

Brooke: Gary
Gary: Yeah?
Brooke: You got three lemons
Gary: What my baby wants my baby gets, you know that
Brooke: No, but I wanted twelve. Baby wanted twelve
Gary: Why would you want twelve lemons?
Brooke: Because I’m making a twelve lemons centerpiece
Gary: So, no one’s gonna actually even eating them? They’re just show lemons?
Brooke: Yeah, they are just show lemons. Showing in the center of the table. Glad that you find it amusing, but I cannot fill the bowls with only three lemons
Gary: Why can’t you just use like, maybe, a drinking glass? We’ll have a smaller version of the centerpiece
Brooke: I’m not gonna use a drinking glass for our centerpiece!
Gary: You know what? I’ve got an idea. Why don’t we go ahead and scratch the centerpiece idea all together? Because the chicken, that burned my mouth, could maybe use a little bit of lemon on top of it. Guess what? Now we made a better meal, of course there’s something visually nice to look at
Brooke: What are you— (Mira alrededor del living, a él en el sofá con una gaseosa y mirando la tele) What’s happening here? What are you doing? What are you doing?!
Gary: I had such a long day on the bus. My feet are killing me (Se acuesta, se saca los zapatos y los deja ahí tirados)
Brooke: Gary, come on. (Junta los zapatos) My feet are killing me too. I worked all day, I went to the market, I cleaned this entire condo, and I’ve been cooking for the last three hours. Come on, set the table
Gary: (Mira la mesa a medio poner) Sweetheart…
Brooke: What?
Gary: You made such a great job already. Why— Don’t you wanna finish it yourself and have that personal power that accomplishment?
Brooke: Ha, set the table
Gary: Listen to me. You think that when Michelangelo, right?, was painting the Sixteenth Chapel, that he said ‘Hey guys! You know, I did pretty good on the first fifteenth chapels, but why don’t you help me design this one? And you could help me, ah, get me a brush and you guys can grab brushes and we can all make a great chapel…’ Uh-uh, he didn’t. And you know what the results were? A master piece… (Y señala la mesa)
Brooke: Okay… Uh… It’s the Sistine Chapel, not the sixteenth… And I bet that when Michelangelo asked for twelve brushes they didn’t bring him three
Gary: Okay, all the talking is really starting to grey me and now I have to watch the highlights that I sit just to watch here…
Brooke: Gary, look, just— just take a shower, okay? ‘Cause this is what I don’t want to have happened: I don’t want the doorbell to ring, I’m then forced to answer the door, entertain people, and I’m still cooking dinner
Gary: Yeah
Brooke: Okay?
Gary: You’re absolutely right, let’s do that… The second that this set is over, there’s one hour ready
Brooke: Gary, they will be here in twenty minutes
Gary: Baby, have you ever seen a shower of mine take more than four minutes?
Brooke: Yes, I have! Come on! (Suena el timbre) Oh, great! They’re here, okay, table’s off already so don’t you please get my parents—
Gary: I gotta get in the shower (Se levanta y se va)
Brooke: What? Gary! Gary! (Se queda parada sola mientras el timbre sigue sonando. Va y lo atiende)


(Después de la cena y que se vayan todos los invitados, Gary se tira en el sofá a jugar videojuegos)

Brooke: I’m gonna go do the dishes
Gary: Cool
Brooke: Would be nice if you helped me
Gary: *Dammit* No problem… Uh, I’m getting a little bit late, i’m just gonna… ‘Cause the streets are full of little girls…
Brooke: Gary, come on, i don’t wanna do them later, let’s just do it now, takes fifteen minutes
Gary: Oh, I’m so exhausted. I just honestly want to relax for a little bit, if I could just sit here while my food digest. I’m just trying to enjoy the quiet for a little bit— (Grita al videojuego) Get some! Get some! Get some! That’s what hapens. And we will, you know, we can clean the dishes tomorrow
Brooke: Gary, you know, I don’t like waking up to a dirty kitchen
Gary: Who cares?
Brooke: I care! All right? I care! I busted my ass all day cleaning this house and then cooking that meal, and I worked today. It would be nice if you said ‘Thank you’ and helped me with the dishes
Gary: Fine. (Tira el joystick al piso) I’ll help you do the damn dishes
Brooke: Oh, come on. You know what? No, that— See? That’s not what I want
Gary: You’ve just said that you want me to help you do the dishes
Brooke: I want you to want to do the dishes
Gary: Why would I want to do dishes? Why?
Brooke: See? That’s my whole point.
Gary: Let me see if I’m following this, okay? Are you saying that you’re upset because I don’t have a strong desire to clean dishes?
Brooke: No, I’m upset because you don’t have a strong desire to offer to do the dishes
Gary: I’ve just did!
Brooke: After I asked you!
Gary: Jesus, Brooke, you’re acting crazy again
Brooke: Don’t you call me crazy, I’m not crazy
Gary: I did’t call you crazy. No, I didn’t. I said that you’re acting crazy
Brooke: You know what, Gary? I asked you to do one thing today, one very simple thing, to bring me twelve lemons, and you brought me three
Gary: Goddammit… If I knew that it was gonna be this much trouble, I would have brought home twenty-four lemons, even a hundred lemons— You know what I wish? I wish that everyone sitting in that goddamn table had its own private bagpack of lemons
Brooke: It’s not about the lemons!
Gary: But that’s all you’re talking about!
Brooke: I’m just saying that, it’d be nice if you did things that I asked, it would be nicer if you did things without me having to ask you!
Gary: Well, I do seem to remember doing something for you this morning without you asking
Brooke: Gary… Come on…
Gary: I’m serious
Brooke: I am serious! I really am. Come on, you knew I was working today, and I made that meal and… You could have thought to yourself, you know, you could have said ‘I think I’m gonna give Brooke some flowers’
Gary: You said on our very first date that you don’t like flowers, that they’re a waist of money
Brooke: Every girl likes flowers, Gary
Gary: You said that you don’t like flowers. I’m supposed to take that to mean that you do like flowers?
Brooke: No, this is not about— You are not, you are not— Grr, you are not getting it. You are not getting this, Gary, okay? You know, it’s not about the lemons, it’s not about the flowers, it’s not about the dishes. It’s just that— How many times do I have to drop hints about the ballet?
Gary: You know I can’t stand— Brooke, come here! We talked about the damn ballet! I hate the goddamn ballet! You have a bunch of dudes in tights floaping around for three hours, it’s like a medieval techno show. It’s a nightmare! I sit down and sweat, the whole thing— I do. Wonder ‘When is the goddamn thing gonna end?’… Going to damn ballet…
Brooke: It’s not about you loving the ballet, Gary. It’s about the person that you love loves the ballet, and you don’t want to spend time with that person
Gary: Not when we have to go the ballet
Brooke: Okay, forget the ballet! Forget the ballet! We don’t go anywhere together
Gary: We just went to Ann Harbour together
Brooke: To Ann Harbour! To the Michigan-Notre Dame game! You think screaming drunk kids and leprechauns doing backflips, that’s fun, that’s fun for me? Come on, I did that for you. How do you show up for me?
Gary: I’m up on the bus every goddamn day for you!!
Brooke: Come on!
Gary: I busted my ass to be the best tour guide in the damn city, so I can make enough money just to pour both of us, and hopely you won’t have to work one day!
Brooke: I want to work!
Gary: All I ask, Brooke, is that you show a little bit of appreciation. That I just get twenty minutes to relax when I come home, instead of being attacked with questions and nag the whole damn thing
Brooke: You think that I nag you?!
Gary: That’s all you do!! All you do is nag me! ‘The bathroom’s a mess’ ‘Your belt doesn’t match’ ‘Hey, Gary, you should probably go work out’ Nothing I ever do is ever good enough! I just want to be left the hell alone!
Brooke: Really? Is that what you want, Gary? Is that what you want?
Gary: Yeah
Brooke: Is that what you want?
Gary: Yeah
Brooke: Fine, great, do whatever the hell that you want. You leave your socks all over this house, dress like a pig, play your stupid ass videogame. I don’t care. I’m done
Gary: What?
Brooke: I’m done! I don’t deserve this, I really do not deserve this. I deserve somebody who gives a shit. I’m not spending one more second of this life with some inconsiderate prick. You’re a prick! (Se va pegando un portazo)


Estos son diálogos de la película The Break Up > http://www.megavideo.com/?v=N45YNFQN (Viviendo con mi ex acá) que la verdad me abrieron los ojos. No es LA película, pero yo por lo menos nunca había visto una pelea hogareña tan realista.
Con esto me di cuenta que: no sos al único que le pasa lo de pelearse con su familia por boludeces monumentales (de hecho, a todos les pasa) y que las peleas casi nunca tienen que ver con un verdadero problema de oposición de opiniones irreconciliables (del tipo “estudiás lo que yo te digo, carajo!”… eso ya no pasa). No. Es una cuestión de predisposición, predisposición a dar algo por el otro. Aunque sea, mínimamente, una reacción civilizada.
Yo he pasado por momentos de confusión total de no entender cómo se pasó de la ropa sucia, el cuarto desordenado, el pasto no cortado a los gritos y no dirigirme la palabra por semanas con mi mamá. Bueno, es que uno cuando discute está muy propenso a ciertos vicios peligrosos. El malhumor, el enojo, las excusas (o justificaciones, dependiendo del punto de vista), las culpas… pero principalmente, el egoísmo y el egocentrismo.
Cuando piden colaboración, uno piensa que hicimos taaanto, que merecemos taaanto un descanso… pero cuando es el otro el que no levanta un dedo, es inevitable desvalorarlo y decir “pst, si vos no hacés un carajo…”. Nunca enfocamos nuestras energías a resolver el problema, sino que nos dedicamos a encontrar argumentos que nos liberen de culpas.
Cuando miraba esas escenas, era inevitable ver que ambos argumentos tenían un punto (el que pide colaboración y el que pide tener sus tiempos). Porque, aunque lo normal es que la falla esté en que algunos miembros no ayuden, a veces puede estar también en que se exijan cosas absurdas, innecesarias, excesivas, o que nunca se esté conforme con lo que pueden hacer los demás.
Pero al ser externo, uno también puede ver qué actitudes fueron la firma en el acta de defunción, que tienen que ver justamente con el temperamento. Es así gente, no importa que razonamiento superlógico te digan, si te lo dicen (o te parece que te lo dijeron) de forma agresiva o combativa, vos vas a tratar de refutarlo y defenderte. Todo lo que vamos a tratar de lograr siempre es encontrar justificativos para poder seguir con nuestra forma de ser y actuar.
Pero bueno, ahí es donde uno se caga en el otro con el que convive, que se supone que uno quiere, aprecia, o lo que sea. Estamos todos bajo este mismo techo, y todos queremos un hogar lo mas reconfortante posible. No tenemos, muy probablemente, los mismos métodos o las mismas maneras de manejarnos, por eso hay que conciliar y ceder para lograr un término medio entre todos. Pero es tan díficil –imposible, para mí- determinar hasta donde tendría que ceder cada uno para llegar a un punto equitativo y justo. Supongo que así es como quedan los roles de “él trae el pan a la mesa, ella limpia la mesa”, convengamos que es mucho más simple que pensar que cada uno traiga medio pan y limpie media mesa… pero eso sería lo más justo.
Si a este problema de división de tareas en partes iguales (no solo en cantidad, sino también en calidad) le agregamos relaciones jerárquicas, estamos al horno. Porque en una parejita somos ambos igual de importantes, pero en una familia mirá si le vamos a decir a papá que baldee la entrada, o mirá si me van a decir a mí (el retoño de la familia) que pague la luz, el agua y el gas.
Estamos en un punto odioso en el que es aceptable pedir igualdad de condiciones pero todavía tenemos incorporadas las costumbres pasadas de que el hombre haga el trabajo importante y duro, y la mujer, el denigrante y fácil. Yo solo me tranquilizo pensando que, cuando me vaya de mi casa, voy a poner yo las reglas y todo va a ser más justo. Pero la verdad es que ya me voy a acostumbrar a vivir con la/s persona/s con la/s que viva y a dejar de ser tan servicial y simpática como al principio (y viceversa), y probablemente voy a tener hijos que traten de hacer menos de lo que yo hacía en mi casa.
Así que bueno… mami, vos elegiste tener una familia. Sabé que está implícito en el contrato que vas a ser la mucama de todos. Si es difícil hacerle un cambio de conciencia a una persona, imaginate a tres a la vez.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Desvaríos trasnocheros sin nombre III

Estoy sola. Ya ni siquiera me siento sola, pero se que lo estoy. No. Estoy conmigo. Enfrentándome cara a cara. Intentando entenderme. Cambiarme. Empiezo de cero. Intento aprovechar mi situación. Pero tengo que estar siempre alerta. Un descuido, un paso en falso y soy absorbida. No. Tengo que ver más claro. Ahora entiendo mejor, si me equivoco tengo que poder arreglarlo. Tengo que juntar esas dos personas en mí. La conocida y fácil de controlar y la oculta, escondida tras el rostro de virtud de su hermana, sin dejarse ver por ella, y actuando totalmente fuera de control. Controlar. Quiero poder controlar. Poder decidir quién y cómo quiero ser, y serlo. Entonces tengo que estar atenta. No dejar que esa persona que no quiero actúe. Detenerla ni bien me doy cuenta de sus intenciones. Abrir los ojos aunque no se guste lo que se ve. Y que mi yo ciego e ingenuo desenmascare a mi yo confuso e impulsivo. No permitirle aflorar. Hasta terminarlo por erradicar. Y entonces modificar a mi gusto a mi yo moldeable. Para esto, tengo que aprovechar cada oportunidad.